jueves, 8 de febrero de 2007

Unas cañas por Olsenn

Esa noche tuve la sensación de que Olsenn no demoraría en aparecer, pero el verdadero sentimiento era que no lo habìa perdido.
El tiempo que pase sin verlo fue de gran utilidad y aunque no lo había pensado en el ajetreo, lo estaba necesitando.
Con su ausencia logre ordenar una buena cantidad de los papeles sueltos, que cubrìan desde la infancia hasta la adolescencia y ayudaron a configurar un poco mas, los rasgos de un Olsenn que iba ganando personalidad con el tiempo.
Tal vez una de las charlas furtivas que arrojó los datos mas curiosos, ocurrió en una vieja pulpería, una de las pocas que todavía quedan en pie.

Como había sucedido en otras oportunidades, esa mañana el catedrático salió temprano. Lo seguí hasta un bar y lo esperé hasta que hubo terminado su café con leche y medialunas. Entre tanto yo bebía la misma colación. Dejò el dinero sobre la mesa e inmediatamente salió silbando bajito y con paso de baile.
A las pocas cuadras, sin ningún pudor se quedo viendo el escote de una pulposa adolescente que rondaba los veinte años. La voluptuosa dama, se dio cuenta del profundo examen que Olsenn le estaba realizando. Se sonrojó y apuró el paso, sin embargo dejó ver una sonrisa de satisfacción.
Aproveché el buen humor y la timidez de la mujer en ciernes y la miré sonriendo. Mientras meneaba mi cabeza, en gesto de desaprobación hacia la actitud del anciano. Su sonrisa còmplice y de satisfacciòn se descompuso en un instante y su mirada se tornó desafiante. Al pasar a mi lado me gritó: Estúpido!!!.
No era la primera vez que apreciaba la facilidad que tenia Nelson para interesar a las mujeres, por supuesto esto me producía una envidia considerable. Olsenn era un hombre mayor, ya había superado los setenta, pero aparentemente las mujeres no lo notaban o acaso no les importaba.

Llevábamos caminadas unas treinta y cinco o cuarenta cuadras cuando el catedrático fue tragado por una pared. Mi sorpresa fue grande cuando al acercarme, descubrí que había entrado en una casa de alquiler de automotores. Al cabo de unos veinte minutos, vi salir a Olsenn al volante de un Chevrolet S10 coupe. Afortunadamente conducía despacio y pude parar un taxi antes que se alejara.
Cuando dejamos la ciudad, Olsenn piso el acelerador y creí que lo volvía a perder, sospeche que tal vez, solo tal vez, sabia que alguien lo seguía.

El viaje se hizo considerablemente mas largo de lo esperado. Termino en la pulpería “Don Gervasio”, al sur de la provincia de Buenos Aires y a doscientos noventa kilómetros de la Capital.
En mi vida pagué tanto dinero por un viaje en taxi!. Pero estoy agradecido con el chofer, no se amedrento al ver que dejábamos la Capital para tomar la ruta, su única preocupación, fue que no tuviéramos un termo y un mate.

La pulpería se encontraba en un páramo desolado y era atendida por un tal Ceferino Perdriel. Por supuesto Ceferino no me conoció hasta que Olsenn dejo el lugar.
Me vì obligado a pasar la noche allì, en esos solitarios andurriales, ya que después de trasponer la entrada Olsenn no volvió a aparecer.
Al rato de estar parado en medio de la nada, logrè atajar a unos lugareños que pasaban y los interrogue acerca de algún hospedaje en la zona. Con desgano me hablaron de una posada dentro de un casco de estancia, no muy lejos de ahí.
Ya la noche hambrienta había devorado todo destello de luz, con frío y un poco desorientado me encaminé hasta el lugar sugerido.
A la mañana siguiente, despuès de pagar por el peor catre salvaje, corrí hacia la pulpería. El automóvil de Olsenn ya no estaba, maldije la situación. Si hubiera esperado un poco mas. Era inútil lamentarse.
De pronto algo en mi se aclaró, no todo estaba perdido. Acaso el pulpero, fuera la única fuente directa para conocer mas acerca de Nelson Olsenn.
Entre a la pulpería, me acerque al estaño y pedí una caña. Me puse a conversar con don Ceferino, el hombre parecìa salido del Martìn Fierro. Tuve que inventar una historia para soltarle la lengua.
Le dije que había nacido en Noruega y que había llegado hasta estas tierras a los diez años, que había pasado la mayor parte de mi vida en este suelo, pero que a pesar de todo no lo conocía en absoluto, le comente que finalmente había decidido emprender este viaje y que su pulpería era el primer punto de mi recorrido.
Cuando hable de Noruega se mostrò interesado. Me dijo al pasar que tenía un buen amigo de esas latitudes y que curiosamente el dìa anterior había estado por ahí.
La artimaña había dado resultado. Lentamente, entre cuentos costumbristas y anécdotas personales, comenzaron a mezclarse las referencias al Catedrático. Así, entre caña y caña, las historias acerca de Olsenn empezaron a aparecer.

“Corría el año mil novecientos veinte y Nelson corría tràs el. Ya no tan pequeño, Olsenn contaba 15 años, además de canicas, revistas con mujeres acaloradas y algún dinero que conseguía de tanto en tanto.
El mundo festejaba el tratado de Versalles que daba término a la Primera Guerra Mundial. Sigmund Freud publicaba sus “Ensayos de psicoanálisis” aunque todavìa le faltaba un poco de pràctica. Luigi Pirandello “Seis personajes en busca de autor”, mientras hacìa las valijas y se escapaba. Nacían Fellini, Charlie Parker, Sordi, Ray Bradbury y Chabuca Granda.

A finales de ese año en los Estados Unidos se inauguraba el sufragio femenino y la Argentina realizaba la primera transmisión radial del mundo.

Entre tanto, allí mismo, donde Sunniva nació, en la pequeña ciudad de Mo, Olsenn fue embelesado por un sentimiento profundo, un sentimiento del que no podía hablar aún, tal vez porque tenía la boca llena de Skrei, tal vez porque aún no encontraba las palabras.
Nelson tenía una gran afinidad con sus hermanos, especialmente con Sunniva, excepto cuando esta se burlaba frente a sus amigas, de sus largas y reiteradas estadías en el baño con esas revistas chanchas. Esas eran sus palabras.
Nelson, sin perder la compostura, explicaba a la carcajeante audiencia que esas revistas tenían un fin ulterior y no el estúpido y degradante propósito que su hermana quería darles.

- Eso sería comprensible en cualquier chico de mi edad. - decìa - Es cierto, pero yo no soy cualquier chico. Esas revistas me permiten estudiar, a través de la observación y la copia, la anatomía humana. Por otro lado, no hay en toda la casa un lugar mas tranquilo que el baño.
Cuando me vean convertido en un Artista del lápiz, dejarán esas risas absurdas y las cambiarán por otras.
No siempre el argumento utilizado daba resultados, pero podemos apreciar al diletante en el que se convertiría.

De acuerdo a este episodio podríamos suponer que Olsenn era una persona muy centrada en su adolescencia y no estarìamos incurriendo en un error. Sin embargo, cuando encontraba a Sunniva sola luego de estos acontecimientos, delicadamente la tomaba de los cabellos y arrastrándola se llegaba hasta la orilla del mar. Allì la remojaba, luego la frotaba contra una piedra y la colgaba, cabeza abajo, en la casilla de los bañeros. Finalmente y una vez que se encontraba seca, se la vendía a los viejos pescadores, que ya no podìan distinguir entre descamar un pez en la cocina y una cena en el Hilton Palace, como carnada.
La realidad era que, en aquellos momentos, Nelson no quería estar en malas relaciones con Sunniva. No porque la quisiera, sino porque la necesitaba. Olsenn no podía dejar de pensar en una de sus amigas.
Odina había generado en Olsenn una sensación muchas veces percibida anteriormente, pero nunca hacia alguien tan cercano y tangible.
Por todos los medios trató de convencer a Sunniva. Ella debìa interceder por el y contarle a Odina su virtuosismo y hombría de bien. Inclusive llego a prometerle, que no untaría mas su cepillo de dientes con betún incoloro. Pero Sunniva se encontraba muy ofendida y no dio el brazo a torcer. Nelson halló el modo y se lo torció de todas formas.
Luego de esto el proyectado Catedrático se arrepintió enormemente de no haberla ensobrado y enviado por correo a Nueva Guinea cuando tuvo la oportunidad. Mas tarde, se consolarìa pensando que había ahorrado un buen dinero.

Si bien existía una gran timidez en sus tiernos quince años, tambièn es cierto que no había alguien mas tozudo en toda la Ciudad de Mo.
Decidió conseguir a Odina a como diera lugar y pergeniò un plan para lograrlo. Aparentemente la idea se le presentó en un sueño, en el que un banco de arenques le detallaba el plan paso a paso, a cambio de que Olsenn no develara su ruta a los bacalaos.
El plan consistía en estudiar los movimientos de Odina y forzar un encuentro casual, allí estaría librado de la presión de su hermana y sus otras amigas y podría acercarse sin tanto pudor al objeto de su deseo.
Una tarde, mediando los preparativos del plan, tuvo que atender un recado de su madre. La comisiòn requería el traslado hacia el otro extremo de la ciudad. Se vistiò, salió de su casa y comenzó el viaje.
Cuando estaba llegando al sitio indicado, se detuvo en una esquina para volver a leer el papel que Asa le había escrito con la dirección exacta. En medio de la lectura, sintió que alguien le tocaba el hombro desde atrás. Al darse vuelta descubrió a Odina.

- Nelson!!, que extraño verte por acá.
Nelson estaba temblando, no esperaba que su plan comenzara sin su consentimiento.
- Ehhh,....ejem, Odina !!! Si, es extraño verme por acá, en realidad es extraño verme. Es decir, en casa no usamos espejos.
- Mmmm.... . Querès que te ayude?, me pareció que estabas buscando algo.
- Bueno si, busco algo, pero no en este momento, ehhh,...mmm, quiero decir que no es momento. Puede esperar, no es nada urgente. Que hermosa!!!.........vista tiene esta esquina.
- ¿Porque no vamos a casa?, vivo a dos calles de acá. Esta haciendo un poco de frío.
- ¿En serio?, no me había dado cuenta, .....estaba a punto de sacarme el pulóver .....¿tu casa?, no, no vamos a molestar a doña Helga.
- Vamos, caminemos que hace frío.

Comenzaron a caminar y antes que Nelson pudiera decir una palabra, Odina lo hacìa pasar a su casa.
Una vez dentro, a Nelson le faltaban poros para sudar lo que el cuerpo le pedía. Ella lo hizo sentarse en un sofá y desapareció detrás de una puerta. Al rato la puerta se abrió y Odina reapareció completamente desnuda, en sus manos llevaba un làpiz y un cuaderno oficio.
Nelson sufrió una taquicardia y perdió repentinamente el conocimiento.
Cuando recobro la lucidez, se encontrò desnudo sobre una gran cama mientras Odina, sentada sobre èl, se contoneaba al grito de: Arre, arre caballito!!.
La primera experiencia de Nelson en el amor fue cuasi una violación. Nelson petendìa conocer como se sentìan los labios de Odina, tomar su mano, abrazarla. Sin embargo, despuès del acontecimiento, costò varias semanas borrarle esa estùpida sonrisa.”
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaaja


Bueno quiero mas!!! es enviciante hace rato que lo sigo....y la verdad casi me molesta depender del sr olsenn jajajaç

saludosss

Anónimo dijo...

jajajaaja


Bueno quiero mas!!! es enviciante hace rato que lo sigo....y la verdad casi me molesta depender del sr olsenn jajajaç

saludosss

Diogenes Fuertes dijo...

Querido/a anonimo: Entiendo que, evidentemente, las presentes crònicas te llevaron al èxtasis. Pero. ¿Era necesario comentar dos veces lo mismo?.

Muchas gracias de todas formas. La pròxima vez tal vez encuentres otras palabras para el segundo posteo. Gracias otra vez

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